viernes, 22 de febrero de 2008

Decálogo para el tiempo de elecciones

Se acercan las elecciones generales y autonómicas, un tiempo muy peculiar, sobre todo si nos encontramos ya en plena campaña electoral. De la Delegación Diocesana de Orientación Social ha llegado a mis manos una hoja de opinión con mucha enjundia. Esta hoja de opinión es elaborada por la comisión de Justicia y Paz. Como esta reflexión es un poco larga, su publicación la iremos dando por partes, así facilitaremos la lectura y meditación de las mismas. Diez "mandamientos" a dos por cada publicación, espero que os guste, a mi me ha gustado bastante. Saludos.

DECÁLOGO PARA UN TIEMPO DE ELECCIONES

Llegan las elecciones y toca pensar en qué hacer para que nuestro comportamiento se corresponda con el de un ciudadano responsable, con el de un cristiano comprometido con su tiempo. Por eso, desde las líneas que siguen, queremos ofrecer, como en otras ocasiones, elementos para el análisis y la reflexión sobre el comportamiento de candidatos y electores. Así, te presentamos un decálogo que, contra las posturas más habituales, ofrece la alternativa de un mejor comportamiento:

1. El tiempo de elecciones es un tiempo en el que florecen las ofertas, las gangas... Como en un mercado, los candidatos ofrecen todo un conjunto de beneficios o ventajas para el consumidor, para el elector, muchas veces, no como fruto de las posibilidades que contienen sus propios proyectos, sino simplemente para mejorar la oferta del adversario.

Por ello, estimamos que, contra la promesa fácil de los candidatos, el elector debe considerar la confianza que le inspire su compromiso para el cumplimiento responsable de los programas y la valoración de su comportamiento.

2. El tiempo de elecciones suele ser ocasión para la descalificación y el insulto a los contrarios, simplificando los mensajes y utilizando etiquetas que ya deberían estar superadas como, izquierdas versus derechas, reaccionarios-progresistas, fascistas-antifascistas...

Por ello, desde una actitud respetuosa con los oponentes, contra el vicio de la descalificación y el ataque al adversario, debemos valorar un comportamiento centrado en la defensa y la justificación de los propios programas.

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