7. Insertos en una cultura que exalta el éxito, la suerte y el saber aprovechar las oportunidades, contra el “oportunismo” de quienes calculan la ocasión conveniente, anteponiéndola a la defensa de la verdad y la justicia, el ciudadano responsable debe oponer un voto soportado en convicciones ideológicas y morales, así como en la valoración de la ejecutoria de quienes reclaman nuestro voto.
Un comportamiento de esta naturaleza, denotaría el respeto que nos merece el elector como ciudadano que decide y la limpieza del proceso, por encima del desprecio que nos merece el contrario.
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