«Sostened a los débiles» (1 Ts 5, 14)
1 Sm 1, 9-20: Ana reza al Señor para que le conceda un niño
Sal 86: Atiende a mi súplica
1 Ts 5 (12a), 13b-18: Os pedimos... que sostengáis a los débiles
Lc 11, 5-13: Quien pide recibe
Comentario
Profundamente afligida por su esterilidad, Ana imploró a Dios que le concediera un niño: su oración fue escuchada y, pasados unos días, nació Samuel (que significa «al Señor se lo pedí»). En el evangelio de Lucas, Jesús mismo nos dice que «quien pide recibe»; así en la oración, nos dirigimos a Dios para que responda a nuestras necesidades. La respuesta puede no corresponder a lo que esperamos, pero Dios nos responde siempre.
El poder de la oración es inmenso, sobre todo cuando está vinculado al servicio. El Evangelio nos enseña que Cristo quiere que nos amemos y que nos ayudemos unos a otros. En
Se observa que la diversidad de las formas de oración es mejor apreciada. En las Iglesias americanas, la experiencia de renovación pentecostal ha conducido también a un mejor reconocimiento del poder de la oración, lo que, poco a poco, ayudó a los pentecostales a sentirse más cómodos en el movimiento ecuménico. Del mismo modo, el diálogo con las Iglesias ortodoxas en el seno del Consejo Ecuménico de las Iglesias ha permitido comprender mejor las formas de las oraciones propias de cada uno.
Es indudable que la fe en el poder de la oración es común al conjunto de nuestras tradiciones y puede contribuir mucho a la causa de la unidad cristiana, una vez que hayamos comprendido y superado nuestras diferencias. Debemos apoyar con nuestras oraciones todos los diálogos que mantienen nuestras Iglesias sobre las divergencias que impiden aún reunirnos en torno a la mesa del Señor. Celebrar juntos el memorial de Cristo y elevar hacia Él nuestra común acción de gracias nos permitirá realizar un gran paso adelante en el camino de la unidad.
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