sábado, 19 de enero de 2008

Oración por la unidad de los cristianos: día 3º Orad sin cesar por la conversión de los corazones

Orad sin cesar por la conversión de los corazones

«Animad a los tímidos y sostened a los débiles» (1 Ts 5, 14)

Jon 3, 1-10: La conversión de Nínive
Sal 51, 8-15: Crea en mí un corazón puro
1 Ts 5 (12a) 13b-18: Animad a los tímidos
Mc 11, 15-17: Una casa de oración

Comentario

En el origen y en el corazón del ecumenismo, se encuentra una llamada urgente al arrepentimiento y a la conversión. Es necesario sabernos desafiar mutuamente en nuestras comunidades cristianas, como Pablo nos invita en la Primera carta a losTesalonicenses. Si uno u otro siembra división, que se corrija; si algunos tienen miedo a lo que una reconciliación costosa podría implicar, que se animen. ¿Por qué ocultarlo? Si las divisiones entre cristianos permanecen es también por falta de voluntad de comprometerse con determinación en el diálogo ecuménico e incluso simplemente en la oración por la unidad.

La Biblia nos informa de cómo Dios envió a Jonás para interpelar a Nínive y cómo toda la ciudad se arrepintió. De la misma manera, las comunidades cristianas deben ponerse a la escucha de la Palabra de Dios y arrepentirse. Durante el último siglo, los profetas de la unidad no faltaron para recordar a los cristianos la infidelidad de su desunión y la urgencia de la reconciliación.

A imagen de la intervención vigorosa de Jesús en el templo, la llamada a la reconciliación de los cristianos puede seriamente trastornar nuestras certezas. Necesitamos purificarnos también. Debemos saber purificar nuestro corazón de todo lo que le impide ser una auténtica casa de oración, preocupada por la unidad de todas las naciones.

Oración

Señor, tú quieres la verdad en el fondo del ser; en el secreto de nuestro corazón; tú nos enseñas la sabiduría. Haz que nos animemos mutuamente en los caminos de la unidad. Muéstranos las conversiones necesarias para la reconciliación. Da a cada uno un corazón renovado, un corazón verdaderamente ecuménico; así te lo pedimos. Amén.

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